El gato volador

Creo que después de haber dejado un poco maqueado mi rincón privado (aunque de privado esto no tiene mucho…) ha llegado el momento de presentar al otro bicho que vive conmigo…noooo, no es el pequeño, es…EL GATO VOLADOOOOOR

El gato volador fue un regalo del pequeño, me lo trajo de una nave con apenas dos meses, una monada. Como todos los bichos que hay en mi vida, tiene muchas cosas “peculiares”. Para empezar, al leer “el gato volador” todos pensaréis que es macho ¿verdad? Pues…NO, es hembra, pero al traerla a casa, en la tienda de animales a la que la llevamos para comprarle comida nos dijo que era gato, así que le busqué un nombre de gato, que se consiguió aprender y atiende cuando le llamo, si si, mi gata viene cuando le llamo, ya se que la leyenda dice que los gatos van a su bola y no hacen caso de nada…pues los míos no. Como dice un amigo mío, sólo ha visto a dos gatos atender por su nombre, y los dos han sido míos, y es que no es el primer gato que tengo, el otro se ha quedado en casa de mis padres porque allí vive con la gata de mi madre y me daba pena separarlos y le llegué a enseñar a sentarse y a jugar a pillar…increíble, ¿no?

Pues bien, después de que el gato volador se aprende su nombre, vamos al veterinario para la vacuna de rigor y…malas noticias, el gato volador es LA GATA, entonces claro, te planteas que hacer si cambiarle el nombre o no, pero con lo que ha costado que se lo aprenda…se queda como está, ahora tengo una gata con nombre de gato…

Más cosas curiosas de mi gatita…para volver a romper los tópicos de los gatos comunes, le dan ataques de amor, ella de repente siente la urgente necesidad de que le des mimos, y es muy muy urgente.
La primera vez que le dio uno de estos ataques de amor fue en la anterior casa del pequeño, 8 de la mañana, yo con un ojo abierto y el otro aún cerrado lavándome los dientes y ella en la repisa de la bañera que quedaba a unos 30 cm de distancia de mi, de repente empieza a maullar pidiendo mimos, yo con el cepillo en la boca no le hacía mucho caso, asi que, como ya os he dicho que la necesidad que le da es muy muy urgente decidió que “si Willow no va a la gata, la gata va a Willow” y ni corta ni perezosa va, salta y se me engancha (literalmente con sus uñas pequeñas y afiladas) a la altura de la tripa, aaaaaaaaaaaaahhhh, ¡¡¡duele!!! que puedo hacer en ese momento más que cogerla, porque claro, ella está enganchada a mi, y si no la cojo va a empezar a escurrirse y arañarme por tooooooooodo el cuerpo…mal asunto, la cojo, le doy sus mimos y acabamos antes…

Después de esto, ha ido creciendo y ahora, en la casa nueva que le encanta, su movimiento más peligroso es cuando estás fregando y ella está en la mesa de la cocina justo detrás, la mesa queda a un metro más o menos de la fregadera, pero eso ya no es distancia para ella, si estás fregando y maulla pidiendo amor, déjalo todo y cógela, porque sino el gato volador entra en acción y te salta al hombro cual loro, no exagero, es todo como lo digo, y no veas el susto que da estar fregando y de repente, sin esperarlo notar que algo te salta al hombro…no esta bien dar estos sustos, hombre!

Ahora entendéis lo del gato volador, ¿verdad? De momento lo dejaremos aquí, pero…that’s not all folks!